El país era conocido como Alto Volta, cuando consiguió su independencia de Francia. Fue en 1984 cuando el recordado presidente Sankara lo rebautizó como Burkina Faso, dos términos, dos nombres de dos lenguas locales diferentes que, juntos, quieren decir la patria de los hombres íntegros. Esa integridad, que el pueblo de Burkina se toma tan en serio, se manifesta, por ejemplo, en el respeto a todas las creencias y tradiciones de sus muy variados pueblos, entre los que destacan los mossi, los pel, los bobo, los senufo, los lobi, o los diola, entre otros.
Esta ruta que proponemos parte de la capital política, Uagadugu, sigue por la capital de la música, Bobo Diulasso, donde hasta el aire parece moverse al son de los djembés, para luego nos adentrarse en el País Senufo, y allí conocer ese universo tan particular que custodia ese pueblo, lleno de fetiches y ancestros.
A través de Gaua alcanzaremos, más tarde, el País Lobi, con sus casas-fortaleza, o sukalas, de increíble factura. Haremos, a renglón seguido, un alto en el recorrido étnico para disfrutar del remozado Parque Nacional de Nazinga, que cuenta con una espectacular sabana arbolada y numerosas manadas de elefantes, y rematamos en el País Gurunsi, reconocible por su arquitectura de formas redondeadas y adornos geométricos. De regreso a la capital, pasaremos también por el País Mossi. Y una vez en Uaga, dispondremos de un día completo para tomar el pulso a una ciudad siempre dinámica y sorprendente.